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Bob Marley y su vínculo religioso con la marihuana: “La planta te hace ver que sos dueño de vos mismo”
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Bob Marley y su vínculo religioso con la marihuana: “La planta te hace ver que sos dueño de vos mismo”

El mítico músico jamaicano, que cumpliría 79 años este 6 de febrero, abrazó los postulados espirituales del rastafarismo, para el que el uso del cannabis es sacramental. Las letras de las canciones y sus posicionamientos políticos convirtieron a Marley en el primer y más importante divulgador de la cultura cannábica del siglo XX. En 1977 fue detenido en Londres por posesión de esta planta.




“Lo comprendés en un sentido, y de repente decís: ‘marihuana’. ¡La marihuana es una planta! Quiero decir, las plantas son buenas para todo. ¿Por qué esta gente que ‘quiere hacer el bien’ a todos, a cada uno, que se dice ‘gobernantes’, que esto y que lo otro, por qué dicen que no debemos usar la planta?”. Con una campera Adidas roja y negra, con sus dreadlocks acomodados para toda la eternidad, con los cantos de unos pájaros que suenan al fondo de su voz, Bob Marley reflexiona delante de un periodista y una cámara de televisión sobre el estigma que pesa encima de la marihuana. El día está nublado en Auckland, Nueva Zelanda, a donde el músico llegó para cantar. De fondo corre un río como una nota musical sostenida.


Es el año 1979, un cáncer toma silenciosamente el territorio de su cuerpo, pero Marley, el hombre más importante de la historia de Jamaica, habla, baja línea, llama a la paz, a la unidad de los pueblos: lo dice como rastafari, como ícono cultural universal, como sobreviviente de un ataque de 85 balazos y, probablemente, como la primera voz popular que defiende el uso de la planta de cannabis sin eufemismos, ni chistes con doble sentido y mucho menos caretas.


Son los tiempos de “la guerra contra las drogas”, la lucha contra “el enemigo público número uno”, según inauguró el presidente Richard Nixon en 1971. Desde una isla que no es la suya, en la lejana Oceanía, Marley canta la justa para acomodar los tantos: “Lo tengo siempre en mente. Y los escuchás decir ‘no tenés que fumar porque te convierte en un rebelde’. ¿Un rebelde contra qué?”.


Robert Nesta Marley -quien este 6 de febrero cumpliría 79- fue mucho más que un músico notable: su huella en la cultura universal lo posicionó, también, como un chamán que predicó por un mundo mejor, guitarra en mano y con un porro entre los labios que no le bloqueaba las palabras sino todo lo contrario.




Marley no sólo es responsable de la dispersión del pegadizo género reggae por todo el planeta hasta convertir su rostro en “otra cara del Che”, sino también de propagar la cultura cannábica basada en un respeto supremo por las virtudes de la planta. En su caso, por razones religiosas.


A mediados de los 60′ Nesta depositó su fe en el rastafarismo, igual que su novia Rita, un movimiento espiritual originado en los barrios conurbanos de Kingston, la capital, en los años ‘30 del siglo XX. Se basa en la veneración hacia Haile Selassie I, emperador de Etiopía (conocido como Ra’s Tafari antes de subir al trono y perteneciente a una dinastía que se decía descendiente del rey bíblico Salomón), considerado una figura mesiánica.


Los rastas ponderan en el centro de su fe la conexión con la identidad africana, la resistencia al sistema socioeconómico opresivo, que llaman “Babilonia”, y la importancia del retorno al continente natal. Entre sus prácticas espirituales, el uso de la marihuana -o ganja- es trascendental. La flor del cannabis es un sacramento que, para este movimiento espiritual -como para tantos otros desde hace miles de años, desde los antiguos budistas hasta los vedas- limpia el cuerpo, calma la mente y acerca al individuo a lo Divino. Los rastafaris creen que cogollos de la planta fueron encontrados en la tumba del Rey Salomón, lo que explica la apertura de las conciencias y el acercamiento a “Jah”, su dios, a través de las volutas de humo.


Entonces Marley se convirtió al rastafarismo influenciado por las enseñanzas de su mentor Mortimer Planno y el eco de su voz, al volverse universal pocos años después, multiplicó las ideas de Mortimer con mensajes sencillos y profundos: libertad, unidad y resistencia.




Marley hizo de su arte una búsqueda religiosa. En su libro So Much Things to Say, el periodista estadounidense Roger Steffens, explicó el fenómeno basado en una teoría espiritual muchos de los entrevistados que lo conocieron y que lo retratan como una figura arquetípica del mito cristiano: un niño nacido pobre, hijo de un hombre blanco y una mujer negra, discriminado por eso -por los blancos por ser un poco negro y por los negros por ser un poco blanco-, que se convierte en una persona profundamente espiritual, un líder natural y, también en un profeta. “Sus shows en vivo comenzaron a parecerse a las reuniones de gospel con un predicador y su coro”, escribió el autor.


En 1963, cuando tenía 18 años, Marley se juntó con Peter Tosh y Bunny Wailer y armaron la banda Wailing Wailers, a la que se sumaron Junior BraithWaite y las coristas Beverly Kelso y Cherry Smith. Editaron el simple Simmer Down, una canción ska que retrataba a las bandas callejeras de Kingston. Poco después pasaron a llamarse The Wailers y un par de años más tarde, cuando la figura de Nesta era un sol de luz propia, se convirtieron en Bob Marley & The Wailers.


Con ese proyecto Bob llegó a Inglaterra en 1972. Allí lo contrató el pequeño sello Island Records, invención de un melómano jamaicano que vivía en Londres, Chris Blackwell, quien le dio 4.000 libras para que grabara un disco pero nunca creyó realmente que lo haría. “Pero a los cuatro meses volvió con Catch a fire”, explicó, sobre lo que sería el primer disco de Bob Marley & The Wailers en Europa, el big bang de la leyenda.


Las primeras 20.000 copias del vinilo original de 1973 fueron diseñadas por los artistas Rod Dyer y Bob Weiner. La tapa simulaba un encendedor Zippo. La parte superior del encendedor se abría y se podía extraer el disco. Pero la tecnología de la época no permitía fabricarlo a esta escala masiva, por lo que finalmente se eligió una foto para una portada más simple: un retrato de Marley fumando un porro.




En Catch a fire aparecen los mensajes de paz y amor pero todavía Bob no es explícito en sus letras respecto de la cuestión cannábica. En 1976 Marley sobrevivió increíblemente a un intento de asesinato demencial contra él y su banda (se presume que como consecuencia de su posición política pacifista en una Jamaica convulsionada): una de las decenas de balas que se dispararon rozó su pecho y se incrustó en su brazo; a su manager le agujerearon con cinco disparos y a su novia Rita, un proyectil le quedó incrustado entre el cráneo y el cuero cabelludo y zafó.


El ataque, se presume, era una intimidación para que Marley y su banda no participen del festival Smile Jamaica desde donde se llamaba a la paz social en un país convulsionado entre grupos reaccionarios de derecha que se oponían al gobierno progresista. Sin embargo, unos días después del tiroteo, con las heridas abiertas, Bob apareció junto a su banda en el show donde intentó, nuevamente, llamar a la paz.


El concierto pasó a la historia pero fue demasiado y lo obligó a exiliarse primero en Nassau, Bahamas, y más tarde de vuelta en Londres, donde se instaló durante un año y medio, tiempo suficiente para cambiar su carrera y su vida, porque allí compuso y grabó dos discos esenciales en su obra descomunal: Exodus, que narra justamente el exilio, y Kaya, escrito al amor: por la vida y por la marihuana.


El ambiente musical de Kaya refleja un estado mental más pacífico y armonioso que el “combativo” Exodus. Sus melodías y sus letras están estrechamente vinculadas a los efectos marihuanos conscientes. Justamente porque estaba todo el día fumando porro, la policía arrestó a Marley durante sus días en Londres. El Tribunal de Magistrados de Marylebone lo declaró culpable de posesión de cannabis en junio de 1977 y le puso una multa de 50 libras esterlinas.


Kaya fue una respuesta luminosa contra la opresión de las fuerzas de seguridad. “Discúlpame mientras enciendo mi porro / Dios mío, tengo que tomar impulso”, canta “Easy skanking”, el tema que abre Kaya, pegadizo y narcotizante.


En la canción que da título al álbum, Bob canta que el porro le pega tanto “que incluso toco el cielo”. Grabada originalmente en 1971, con producción de Lee Scratch Perry, cuando Marley aún no era la gran estrella que luego iba a ser, no es precisamente una canción sobre la lucha por la legalización sino más bien sobre la importancia que tiene la planta para los rastafaris: “Despertar y relajarse / la lluvia está cayendo / tiene que haber kaya ahora, tiene que haber kaya ahora, de la lluvia está cayendo / estoy muy colocado / Incluso toco el cielo por encima de la lluvia que cae / Me siento muy bien en mi barrio, por eso estoy aquí”.


Kaya se convirtió en el álbum de temas originales de Marley que más alto llegó en las listas del Reino Unido, hasta alcanzar el puesto número 4. Hubo quienes sugirieron que Marley permutó sus convicciones por la producción de un álbum más blando, con el fin de convertirse en popular (y millonario) y alejarse de las discusiones políticas. Pero Nesta declaró a la revista Hot Press en el momento del lanzamiento del álbum, allá por 1978, que las nuevas canciones “realmente no se alejan de nada, es música, no puede ser político todo el tiempo”.


Pero la política estaba “ahí”. Marley era una influencia difícil de ignorar. Se empezaban a ver por todo el mundo personas con rastas, incluso blancas y de clase media, fumando porros y adoptando el estilo de vida rastafari, algo que no gustaba a los conservadores de la época, que eran un montón.


“¿Un rebelde contra qué?”, se preguntaba Marley en aquel viaje a Nueva Zelanda sobre la prohibición de la marihuana. Apenas faltaban dos años para que finalmente una tarde de mayo de 1981 se despidiera del mundo, totalmente tomado por el cáncer que había nacido en un dedo del pie y se había extendido por todo su organismo, hasta que un día se desvaneció haciendo deportes en Nueva York y ya no volvió a ser el mismo.


En aquella entrevista, envuelto en la campera roja y negra Adidas, Marley también respondía la pregunta: “A ellos no les atrae (el cannabis), ellos tienen otras cosas, tienen cosas materiales con las que quieren cautivar tu mente. Hasta te dicen: ‘¡Trabajá!, ¡Te vamos a dar una pensión! Pero ellos se lo quedan todo. La marihuana te hace mirar y en vez de querer trabajar para un jefe, querés ser el jefe. No en plan ‘debo hacer esto’. Te preguntás: ‘¿Por qué tengo que rendirme ante esto?’. Fumar marihuana significa que sos tu propio jefe. Sos dueño de vos mismo, por primera vez. Hacés lo que querés, no te importa lo que la gente dice de vos”.




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